La música es un don, un regalo de Dios para el Hombre, y depende de él mismo saber cómo utilizarlo, para bien o para mal, la música dependiendo de su carácter nos lleva a entusiasmarnos, sensibilizarnos, entristecernos, ponernos eufóricos y hasta violentos.
Quien no recuerda las cancioncitas que desde niños nos enseñaron en la catequesis, que hasta hoy seguimos cantando, en la misa, en los encuentros, retiros, etc. Las miles de posibilidades expresivas que ofrece la música y su enorme ponteciabilidad evangelizadora y humanizadora, comunicativa y por ello motivadora. Son algunas de las razones por la cual se convierte este ámbito expresivo en uno de los más utilizados.
Es importante que los músicos católicos y ministerios conozcan un mínimo de nociones, técnicas y destrezas básicas que ofrece la expresión musical como medio de evangelización. Por eso proponemos este momento de reflexión sobre la música que Dios nos regala como “don”, y así acercar más el reino de Dios a nuestro mundo. Echemos las redes y empezaremos a trabajar.
Desde sus comienzos, la Iglesia ha recomendado el uso del canto y de la música en el culto a Dios (Ef 5, 19-20) y desde entonces ha sido de gran importancia en la celebración del misterio cristiano (Liturgia).
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